Ngorongoro Forest Tented Lodge

Se lleven a cabo o no las grandes migraciones, las vistas del borde del cráter de Ngorongoro son espectaculares y la vida silvestre en el centro está tan cerca que pareciera ser casi irreal. Para combinar vistas con caminatas, sube al volcán Olmoti, a dos horas conduciendo, o camina hasta el cráter de Empakaai (a dos horas y media), que es más pequeño, para llegar al lago poblado por flamencos, en medio de prados que se mueven por el viento. El Parque Nacional del Lago Manyara se encuentra a media hora y es una buena introducción a la sabana africana. Aunque es denso, las diversas llanuras con arbustos, rocas escarpadas con baobabs y aguas termales crean el hábitat ideal para pelícanos, tántalos africanos y algunos leones peligrosos y talentosos que se trepan a los árboles. Haz una excursión en barco o un safari en canoa y puede que te cruces con hipopótamos y cocodrilos. Los humanos son el principal interés del lago Eyasi (a una hora y veinte minutos). Las tribus Tindiga y Hadzabe llevan el mismo estilo de vida desde hace siglos como cazadores y recolectores, pero reciben a los visitantes del mundo moderno que los visitan para verlos juntar miel, cazar con armas creadas a mano y realizar bailes que son (casi) tan antiguos como las colinas. Para conocer el pasado humano aún más antiguo, haz un viaje de una hora y media a la garganta de Olduvai y a su museo. Descubre dónde se encontraron enterradas las primeras evidencias de la vida humana y la fabricación de herramientas en medio de un impresionante barranco.