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Además de ser reconocida por atraer a los amantes de las golosinas, la ciudad de Uzès, a media hora, también es famosa por sus mercadillos que tienen lugar entre semana y los sábados. Aquí podrás conseguir aceitunas locales, queso salchichas y flores. Si buscas una vasija en donde poner las flores, en la aldea de Saint-Quentin-la-Poterie, también a media hora, encontrarás unos 20 ceramistas muy ocupados elaborando estas piezas originales y tradicionales en sus talleres. (Es un buen regalo para tu abuela, en especial si te comiste todo el queso). Si deseas alejarte de la ciudad y pasear bajo tierra, dirígete a Aven d’Orgnac (a media hora) para explorar la red de cavernas calcáreas y cuevas prehistóricas. Puedes encontrar otros atractivos geológicos entre los pasadizos subterráneos ondulados de las cuevas de Saint Marcel y debajo del puente natural Pont d’Arc (ambos a 50 minutos). Tampoco olvides explorar las maravillas que encuentras en tierra firme: las gargantas del río Ardèche son una zona idílica para practicar senderismo, pasear a caballo y hacer rafting, y cuentan con miradores para admirar las vistas galardonadas y tomar fotografías. Si después de esto prefieres un poco más de altura, deslízate en tirolesa entre los árboles en St-Julien-de-Peyrolas (a media hora) o cruza el acueducto romano de unos 49 metros en el Pont du Gard (a 45 minutos).